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EL POLLITO VERDE

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Cuento Corto para niños, creado por: Yael Santos Díaz

Había una vez un pollito que era verde y todos los animales se burlaban de su color. Le decían:

- Que suerte que soy diferente a ese pollito feo.

Cuando el pollito se quedaba solo comenzaba a llorar, recordando todo lo que le decían.

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Al día siguiente pensó que si se teñía las plumas de amarillo le dejarían de molestar, pero su mamá no le dejó. Él pensó:

- ¿Y si me pongo un disfraz de pollito amarillo?

De nuevo fue a preguntárselo a su mamá y ella le dijo:

- Si eso va a hacer sentirte bien, vale, pero solo una vez.

El pollito fue a la tienda y se compró el disfraz, después se lo puso pero le seguían molestando. Entonces se lo contó todo a su madre y le pidió que le ayudara. Su mamá le dijo que no les hiciera caso, que ya se cansarían en algún momento. Pero como seguían molestándole se le ocurrió una idea. Pensó en mudarse de gallinero, no había otro cerca, así que se sentó en un pajar y se echó a descansar para continuar con su búsqueda. Cuando se despertó, todo estaba oscuro, se había quedado dormido un largo período de tiempo y se hizo de noche. No pudo encontrar su gallinero y pasaron días, meses…. hasta que por fin lo encontró.

Al llegar no lo extrañaron, lo aceptaron tal y como era, nadie se burlaba de él. Para el pollito era el día más feliz de su vida. Tuvo nuevos amigos y una vida mucho mejor en el nuevo gallinero, ya que allí le respetaban.

Colorín colorado, este cuento se ha terminado……

- Moraleja del cuento: Todos somos diferentes y eso nos hace únicos.

- Valores del cuento: Respeto. Amistad. Comprensión. Igualdad. Autoestima.

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LOS CALCETINES CHARLATANES DE LULI

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Cuento Infantil para niños/as; escrito por: Ulica

Luli al despertarse no suele oír a sus calcetines hablar y es porque se los tiene que quitar para dormir. Ella dice que le dan calor, pero en el fondo se los quita porque como no paran de hablar entre ellos, le impiden descansar en silencio.

Cuentos cortos - Los calcetines de pepito

Cuando Luli se viste para ir al colegio y se pone los calcetines, empieza a oírlos, hablan de cualquier tema:
- ¿Sabes que un día de estos vamos a ir de excursión?

- ¡Ah! ¿si?

- Sí, creo que a una granja escuela a ver animalitos.

- Pues que bien lo vamos a pasar!!

Así empiezan y terminan el día cuando Luli los lleva puestos en sus piececitos.

Durante el día Luli intenta desconcetar de ellos y hace que no les escucha, pero no siempre lo consigue, le contagian esa palabrería y es ella la que no para de charlar.

Un día sus padres la llevaron al médico porque estaban muy preocupados por lo charlatana que era Luli. Su pediatra Lina, le dijo que se quitara los calcetines, los pantalones y la camiseta; y claro, Luli dejó de parlotear, así que el médico le dijo a sus padres que no tenía nada, que bebiera mucha agua para hidratarse después de tanto hablar.

Luli sabía lo que ocurría, pero no quería desvelar el secreto a nadie, ya que ella se divertía mucho escuchando a sus calcetines y hablando sin parar con sus amigas. Así pasó el tiempo, hasta que un buen día la madre de Luli le dijo:

- Nenita, te he comprado unos calcetines, los tuyos ya te quedan pequeños, pruébatelos para saber como te quedan.

Luli muy obediente se quitó sus calcetines parlanchines, se puso los nuevos y no oía nada. Se quedó extrañada, se los quitó y volvió a ponérselos y nada.

Entonces la madre le preguntó:

- ¿Te quedan bien?

Luli contestó: – No mamá, me quedan enormes.

La madre pensó que siendo grandes le durarían más tiempo, así que no hablaron más de ese tema.

Luli fue creciendo y tuvo que dejar de usar los calcetines de siempre, ¿y cual sería su sorpresa?, que con o sin calcetines ella seguía hablando igual. Y todos la querían así, tal y como era. Ella guardó sus calcetines charlantes en un escondite, para escucharlos hablar de vez en cuando.

FIN

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DANIELA, LA PROFE-PROBLEMAS

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Cuento Infantil para niños, escrito por: Ulica

Daniela era un problema andante, siempre estresada por todo, era imposible que cumpliera sus compromisos, siempre le surgía algo más importante y dejaba a todos sus compañeros improvisando soluciones.

El numero uno

Era una persona muy buena, con una actitud ante la vida muy especial y positiva; y como profesora no tenía rival, pero un problema para ella era un caos para su entorno; así que cada vez que alguien la veía en el colegio no quería estar mucho tiempo a su lado, ni hablar demasiado, ni compartir un café. Eran situaciones embarazosas que todo el que la conocía intentaba evitar.

Daniela se daba cuenta de que algo no funcionaba igual de bien que antes, pero al estar ensimismada en sus pensamientos y problemas no podía saber qué era. Hablaba con su mejor amiga y ella le decía que no se preocupara, que todo se arreglaría.

Un día, cansada de la situación, se sentó delante del espejo que tenían en el salón de su casa y comenzó a mirarse con detenimiento. Empezaron a aflorar unas lágrimas en sus ojos al mismo tiempo que una sonrisa en su boca, por fin podía intuir que era lo que estaba sucediendo.

Se fue al colegio como de costumbre y en la primera ocasión que tuvo para estar hablando con alguien, sonrió, miró a los ojos de su compañera y comenzó a cantar. Su compañera no sabía qué hacer, era extraño que alquien se pusiera a cantar a mitad de la mañana, mientras trabajaba, pero comenzó a escuchar la canción y a percibir la alegría con la que cantaba Daniela, y comprendió lo que quería decir:

- “Si la vida no te sonríe, sonríe tú. Sé feliz con lo que tienes y ve despacio en tu camino, para no perderte ningún detalle de la vida. Comparte con tus amigos y conocidos esto que te dio y sé feliz siempre, siempre, siempre.”

A lo largo del día el contagio de la nueva actitud de Daniela fue en todas las direcciones, en las clases de pequeños se cantaba esa canción, en la de medianos y mayores no paraban de reír, Daniela siguió cantando y derrochando alegría hasta que terminó el día.

Comprendió que lo que merece la pena es vivir el momento y aparcar las preocupaciones, para poder buscar mejores soluciones.

FIN

 Valores del cuento: Alegría. Esfuerzo. Superación. Optimismo.

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MARTIN Y EL MUNDO

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Cuento Infantil para niñ@s; creado por: Nancy Martello

El tiempo en el campo se hace largo y hasta aburrido, Martín había ido a pasar una semana a la granja de los abuelos, pescaba en el río, le daba de comer a los animalitos, buscaba la leche, etc.; pero se sentía solo.

Cuentos infantiles - Los cubetos magicos y el reciclaje

Un día, mientras estaba pescando a la orilla del rió, con su sombrero de paja y sus pantalones arremangados y los pies en el agua, sintió que le tocaban los dedos… miró curioso y pudo ver un pececillo dorado que le mordía el pie, sacó rápidamente el pie del agua y el pececillo seguía aferrado a sus dedos.

– ¡Que haces! – exclamo Martín

Y el pez poniendo cara de inocente le dijo:

- Mira amigo, ¡estoy defendiendo a los demás peces!

– ¿Como es que hablas? 

- Soy un pez encantado.

- Jaja, por favor, los peces encantados no existen.

Y frunciendo el ceño dijo para sí: - Ni los que hablan tampoco.

- Debe ser una alucinación por el sol….

Pero el pez se sentó a su lado y comenzó a contarle una larga historia….:

– Todo comenzó hace muchísimo tiempo, en nuestro mundo situado en el fondo del océano, donde van a parar todas las aguas de todos los ríos de la tierra, allí en un reino llamado Pezelandia. Vivíamos todos felices, jugábamos con las algas y con las perlas que quedaban atrapadas en el fondo, las usábamos como pelotas de fútbol, todo era paz y armonía. El hombre aun no conocía la maldad y el egoísmo, subíamos de vez en cuando a la superficie a mirarlos desde la costa, pero cierto día el agua comenzó a tener un color extraño y un sabor horrible. Muchos de nosotros nos ahogábamos, nos sentíamos mal y hasta estábamos pintados de una cosa negra color fuerte, qué no nos permitía nadar y morían muchos de mis compañeros. Todo provenía de embarcaciones gigantes que el hombre había construido. Los ríos comenzaron a llegar con aguas turbias y gusto a veneno; y así poco a poco fuimos desapareciendo, solo nos quedan pocos lugares donde aún podemos vivir en paz.

Martín que tenía un gran corazón y una gran sensibilidad, le dijo que algo tenían que hacer.

– Te prometo que algo se me va a ocurrir.

Esa noche habló con sus abuelos de la contaminación ambiental, desechos tóxicos y lluvia ácida. Los abuelos los escucharon atentamente. Esa noche Martín estuvo investigando en el ordenador todo lo relacionado a lo que el pececito le había contado. Hizo un grupo de amigos donde les explicaba que tenían que hacer algo al respecto. Ese mundo que estaban defendiendo era su propio futuro.

– Nadie mejor que nosotros para levantar la bandera de un planeta limpio de contaminación!

Así reunió a muchos chicos y papas que se comprometieron con la causa. Muchos preguntaban que tenía que hacer y Martín les decía:

- Cuando vas a la playa lleva una bolsa y comienza a recoger latas y vidrios, todo lo que la gente deja; y diles que por favor tenga en cuenta utilizar los cubos de basura. También puedes reciclar, no malgastes el agua. Denuncia a través de tus mayores si alguna fábrica está en infracción y así extensivo en el mundo. Entre todos, poco a poco se ira mejorando nuestro planeta.

Martín, con un gesto inocente solo dijo:

- La naturaleza nos habla y nos pide ayuda de las maneras mas mágicas posibles.

Cuando Matín va al lago a pescar, se sienta el pececito a su lado y le cuenta los avances logrados, hay un mundo maravilloso dentro del mar. También todos los niños tienen derecho a que le dejemos un mundo mejor.

FIN

Valores humanos: Ecología. Compromiso. Cooperación. Esfuerzo.

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UN DIA DE LLUVIA

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Cuento Corto para niños/as, creado por: Osotoon

Era un día de lluvia, de esos en que el agua cae uniforme y bonita. Alejandro miraba por la ventana deseoso de salir a jugar bajo esas gotas que felices se lanzaban desde lo alto y rebotaban en el pavimento.

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El día estaba gris y parecía un poco triste, ya que hasta los árboles parecían llorar con las gotas resbalando por sus hojas. Pero Alejandro no perdía su alegría, no quería que este día fuera triste para él.

Al cabo de un rato, la lluvia cesó,  Alejandro y sus amigos jugaron felices sobre una alfombra de agua. Cuando de pronto…, el sol empezó a asomar, un hermoso arco iris de colores cruzó el cielo.

Este fue un hermoso regalo de color para Alejandro y sus amigos; y para los arboles, las plantas y aves que empezaron a cantar felices por este acontecimiento.

FIN

- Moraleja del cuento: Aún en las situaciones mas tristes y grises, tienen sus momentos de color. Si las cosas van mal, respira profundo y regalale al mundo tu mejor sonrisa.

- Valores del cuento: Paciencia, alegría, positivismo.

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LA TIGRESITA PERDIDA

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Cuento Infantil para niñ@s; creado por: Camila

Había una vez una hermosa tigresa a la que le gustaba escaparse por la selva. Un día estaba jugando con su amigo el búho, la tigresita se alejó demasiado y entre juegos y juegos perdió el rastro de regreso a casa.

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El Búho asustado comenzó a buscarla y no la encontraba, a su vez la pequeña tigresa corría y corría de un lado a otro intentando encontrar el camino que la llevara de regreso.

Desesperado su amigo, buscó ayuda de los otros animales de la selva, cuando ya la noche había caído y el peligro acechaba, seguían sin poder hallarla. La indefensa y asustada tigresita buscó refugio en una cueva oscura, sin sospechar el peligro que le esperaba. Al intentar acostarse y descansar de su triste día, escuchó un rugido feroz tras ella; desesperada huyó del lugar, puesto que un oso había detectado su presencia y quiso atacarla.

Caminó bajo la luz de la luna, hasta que encontró otro lugar donde descansar, era un tronco de un árbol, que seguramente alguna tormenta había derrumbado, ahí pudo reposar y pensar lo que iba a hacer al día siguiente. Mientras intentaba dormir oyó entre las ramas de los árboles una vocecita que le decía:

- “No temas pequeña tigresa, la mañana ya se acerca y podrás encontrar el camino a casa”.

Y la tigresa dijo: - ¡Gracias! Pero… ¿quien eres tú?

- Soy una vieja y cansada lechuza, que conoce cada centímetro de esta selva.

- Si!!! Dijo la tigresa muy feliz de escuchar esa noticia.

- ¿Tú conoces la selva y me ayudaras a llegar a casa y reencontrarme con mi madre y mi amigo?

- ¿Y quien es tu amigo? – Le pregunto.

- Un búho. Seguramente le conoces.

- Tal vez, esperemos a la mañana que ya llega, mientras descansa, te hace falta.

Al llegar la mañana, la lechuza despertó a la pequeña tigresa y le dijo:

- Tengo noticias para ti.

- ¿Cuáles? – Preguntó ella.

- Tu amigo te está buscando junto a otros animales de la selva, se preocuparon mucho por ti, los traeré aquí.

- ¡Gracias, gracias!! - Contesto le tigresita.

Tras las ramas del árbol que esa noche le había servido de refugio, aparecieron su amigo el búho y otros animales; felices de haberla encontrado, fueron guiados a través de la selva por la vieja lechuza de regreso al hogar de tigresita. A partir de este momento, todas las tardes la vieja lechuza iba a visitar a su amiga. Jugaban todos juntos y se divertían mucho.

Con el paso de los años, la tigresita se convirtió en una hermosa tigresa, que nunca olvidó el gesto tan noble que tuvo aquella vieja lechuza y su entrañable amigo el búho, que la buscó incesantemente hasta encontrarla.

FIN

Valores del cuento: Amistad. Esfuerzo. Preseverancia.

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UN CACHORRO PERDIDO

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Cuento Corto para niños/as, escrito por: Isabela Betancur

Erase una vez un pequeño cachorrito que estaba jugando con su familia muy feliz. Un día salió de paseo y cuando regresó toda su familia se había mudado y no los encontró. El cachorro se quedó muy triste porque estaba solo y los echaba de menos.

Cuentos muy cortos - Harry el perro cachorro

Pasaron los días y el perrito seguía solo. Vivía en un parque para ver pasar a la gente y que jugaran con él. De repente, un niño lo vio, lo cogió y dijo:

- Pequeño cachorrito ven conmigo!

Y el cachorrito se puso muy feliz que tuviera a alguien que lo quisiera tanto. El niño se lo llevó a su casa y vivió muy contento rodeado de una nueva familia.

FIN

Valores del cuento: Amistad. Comprensión. Bondad. Solidaridad.

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EN CAMINO

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Cuento Infantil para niños/as; escrito por: Dalia Gutiérrez 

Erase una vez una linda caja de colores que había sido llevada a la oficina de correos de México, donde iba a emprender su viaje a Brasil. No era tan pequeña, más bien semejante al tamaño de una caja de zapatos de niño, pero dentro tenía cosas muy asombrosas y valiosas.

Cuentos infantiles - Pape la bolsa de papel

Se había hecho llamar a sí misma Pipoca y se encontraba muy emocionada por emprender su viaje, y más que nada por llegar a su destino y entregar lo que llevaba dentro.

Primero la llevaron a un cuarto donde había más cajas como ella. Pipoca estaba muy feliz y quería conocer a todos los que estaban ahí.

-¡¡¡Hola!!! Yo me llamo Pipoca y voy a viajar a Brasil. – Dijo la caja.

Así empezó a saludar a los demás, conoció a muchas cajas de todos los colores y tamaños, que iban a viajar a muchos lados del país y otras más que irían a diferentes partes del mundo. Sabía que iba a ser una aventura extraordinaria.

Pipoca se hizo amiga de Fofinha, una caja más pequeñita que iba hasta Irlanda. Un día estaban hablando, Pipoca le pidió a Fofinha que viera lo que estaba escrito en ella, pues Pipoca no alcanzaba a mirar. Fofinha le dijo que la persona a quien iba dirigida se llamaba Muranga. Desde ese instante Pipoca comenzó a imaginarse cómo sería Muranga.

Juntas pasaron los primeros días, pero en la Ciudad de México se tuvieron que separar. Las dos se quedaron muy tristes, pero Pipoca le dijo que tenían que seguir sonriendo, pues debían llegar a su destino con alegría.

Más tarde, Pipoca conoció a otras cajas que iban a Brasil, justo como ella y eso la puso aún más feliz. Juntas subieron al avión y fueron acomodadas. Estaban un poco incómodas, pero a Pipoca no le importaba, sabía que el viaje no duraría mucho y  valdría la pena.

Cuando el avión despegó, Pipoca se dio cuenta que ella se había quedado arriba de las demás cajas, entonces podía ver a través de la ventana del avión. Al momento de ir volando, pudo ver las nubes en el cielo, estaba muy contenta, no paraba de repetir en su mente lo emocionada que estaba por llegar a su destino y ver la cara de Muranga cuando recibiera la caja.

Al pasar algunas horas, el océano comenzó a aparecer y la vista azul del mar hipnotizó a Pipoca. Tanto adoró lo que tenía frente a sus ojos que comenzó a derramar unas cuantas lágrimas, pero después recordó que no debía mojarse, pues corría riesgo de maltratar lo que llevaba cargando.
Todo iba en la perfección hasta que el avión comenzó a moverse de una manera rara, como si estuviera temblando. Pipoca escuchó que el piloto y sus acompañantes empezaban a hablar de que algo estaba mal. Ella gritaba para que le dijeran qué estaba pasando pero nadie la escuchaba.

Entonces, lo que Pipoca nunca esperó que sucediera, pasó. El avión comenzó a bajar y bajar, cada vez más hasta que se sintió que pegó con algo. El avión había caído al mar.
Silencio y oscuridad, eso era todo lo que se sentía. De repente, no se sabe cómo, Pipoca despertó encima de un pedazo del avión, se encontraba flotando sobre el mar y milagrosamente no estaba mojada. Cuando Pipoca abrió sus ojos se giró para todos lados y se dio cuenta que lo único que podía ver era el mar azul. Por primera vez sintió mucho miedo de la situación, Pipoca se puso muy triste porque no sabía qué hacer y tampoco sabía dónde estaban las demás cajas que iban con ella, de manera de decidió acostarse y cerrar los ojos. Así fue como Pipoca pasó su primera noche sola en el mar.

Un fuerte ruido despertó a Pipoca, quien confundida se sentó para ver qué estaba pasando. Entonces vio que enfrente suyo había un gran barco del color del oro, que estaba pescando peces con una enrome red. Pipoca no dejó pasar más tiempo, se paró sobre el pedazo de avión y comenzó a gritar y agitar rápidamente sus manos.

-¡Oigan! ¡Ayuda! ¡Estoy perdida! – Pipoca gritaba muy fuerte - ¡Ayuda por favor!

Pero nadie la veía ni la escuchaba. Decepcionada se sentó de nuevo y pensó que tenía que hacer otra cosa. Como si fuera por arte de magia vio un pedazo de madera flotando cerca de ella, lo tomó y comenzó a remar muy fuerte, tenía que llegar hasta el barco. Cuando estaba ya muy cerca pensó que debía subir hasta arriba para poder decirles a los pescadores lo que le había pasado. La red con peces estaba por salir del agua, Pipoca se armó de valor y dio un salto con todas sus fuerzas, cayó encima de los peces que iban subiendo hasta el barco; al momento de caer en el barco Pipoca quedó entre todos los peces y no podía ver casi nada.

De repente una vocecita llamó la atención de Pipoca
- Papi, mira – decía la vocecita - ¿Qué es eso?

Aarón, un niño de nueve años, tomó entre sus manos a Pipoca y se la mostró a su papá. Pipoca desesperadamente les empezó a contar su historia para que le ayudaran, pero se dio cuenta que no la escuchaban.

Aarón y su papá empezaron a ver a la caja por todos lados, Pipoca se sentía mareada con tantas vueltas; entonces vieron que esa caja venía desde México e iba hasta Brasil, donde ellos también vivían. No sabían qué había pasado y porqué estaba solita en el mar.

Aarón emocionado le dijo a su papá que quería abrirla para ver que había adentro y Pipoca se asustó, no podía permitir que alguien más viera su contenido, pero su papá le dijo que no podía hacer eso, pues esa caja no era para él sino para alguien más que debía estar muy triste porque aún no le había llegado su caja. Aarón se quedó triste, él quería saber qué había dentro de esa caja. Pipoca estaba asustada, no sabía que iba a pasar con ella.
El papá tuvo una idea, le propuso a su hijo guardar esa caja y llevarla a una oficina de correos cuando regresaran a casa. Eso hizo que Aarón se pusiera un poco más tranquilo y Pipoca gritaba de felicidad, ¡iba a llegar a su destino!

Durante los siguientes días, Aarón cuidó muy bien de Pipoca para que no le sucediera nada. El día de regreso a casa, todos estaban muy contentos y cuando llegaron a la costa Aarón y su padre no perdieron más tiempo, fueron directamente a la oficina de correos. Ahí le explicaron a la encargada todo lo que había sucedido y ella les dijo que acomodaría la caja para que siguiera su viaje y llegara a su destino. Aarón y su padre se fueron felices por lo que habían hecho.

Pipoca se dio cuenta que estaba en una ciudad cercana a su destino y que por la mañana siguiente seguiría su viaje. Fue colocada en un cuartito pequeño con otras cartas. Todos estaban ya dormidos, así que decidió no hacer ruido para no molestar a nadie, mejor cerró sus ojos, puso una gran sonrisa en su rostro y entró en un sueño profundo.

Cuando Pipoca despertó, ya estaba dentro de una camioneta junto con otros paquetes. Unos minutos después, la camioneta se paró y un señor alto y moreno abrió las puertas, tomó a Pipoca entre sus manos, caminó hacia una linda casa blanca y llamó a la puerta de madera.
El corazón de Pipoca latía tan rápido que parecía que iba a salir de su cuerpo, tenía muchos sentimientos mezclados; estaba emocionada, nerviosa y ansiosa, pero sobre todo, estaba muy feliz.

Una bella joven abrió la puerta, firmó unos papeles y sujetó la caja entre sus manos. Pipoca levantó la vista para verla a la cara, en ese momento supo que ella era Muranga. Ambas sonrieron y Pipoca se sintió muy feliz pues había luchado por lo que quería lograr; y a pesar de todas las cosas que tuvo que enfrentarse, logró cumplir lo que desde un inicio se había propuesto.

FIN

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DE LOBO MALO A LOBO BUENO

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Cuento Infantil para niños y niñas, escrito por: Luis Muñoz

Erase una vez un lobo muy malo que le temían hasta los demás lobos que vivían cerca de él. Siempre estaba atacando a los rebaños de ovejas, las perseguía y las mordía haciéndolas correr sin parar; y así todos los días. También perseguía a los pequeños corderitos de las manadas.

Cuentos infantiles - El lobo y la escalera

En la pradera no dejaba a nadie vivir en paz, era muy temido por todos los animales que había en el bosque.

Los pastores de los rebaños intentaban defender a las ovejas y a la vez defenderse ellos mismo, porque les atacaba también; y también a los perros ovejeros que había en los rebaños.

El perro pastor también atacaba al lobo, pero no podía con él. Los pastores le atacaban con garrotazos, pero en ninguna ocasión pudieron darle, ya que corría como un gamo.

Un día, el lobo malo cayó en una trampa, era un cepo muy grande de los que ponían los cazadores para cazar lobos.

El  lobo empezó a aullar estrepitosamente pidiendo auxilio, porque el cepo le tenía atrapado y no podía escapar. Le dolían las heridas que le había causado el cepo.

El perro pastor del rebaño al oír aullar tan fuerte, salió corriendo al lugar de donde provenían los aullidos y vio como el lobo estaba enganchado en un cepo. El perro ovejero empezó a ladrar muy fuerte para llamar la atención de su dueño, éste corrió a la llamada de su perro; cuando llegó al lugar, observó como el lobo estaba enganchado.

El pastor acarició al lobo amablemente y con mucho cuidado para no ser atacado. Le quitó el cepo y el lobo pudo quedar suelto del peligro, pero el lobo no podía ni moverse debido a las heridas que tenía. El lobo no parecía malo, más bien parecía un corderito porque solo pensaba en sus heridas que le dolían mucho.

El pastor se lo llevó a su cabaña y lo estuvo curando durante mucho tiempo. El lobo observaba con mucho cariño al pastor por haberle salvado y curado. A partir de ahí empezó a ser muy obediente, el perro le enseñaba al lobo a cuidar al rebaño día a día y jugaba con las ovejas. Empezó a ser muy bueno y a respetar a los demás.

Era increíble ver a un animal tan feroz convertido en un animal tan bueno, parecía un cachorrito obediente. Con el paso de los días el lobo empezó a querer a las ovejas y a ser amigo de ellas, como si fueran su propia familia, las cuidada con mucho mimo.

Desde que el pastor salvara al lobo de aquel cepo y le cuidó, ya todo cambió. El lobo nunca más volvió a molestar a ningún lobo ni a los rebaños de ovejas que había en la pradera.

Ahora todos los animales de la zona viven en paz, sin ser molestados por otros animales malos. El lobo tan feroz había dado un ejemplo de humildad a la vista de los demás lobos, para que todos siguieran su consejo de convertirse en lobos buenos y pacíficos.

FIN

Valores del cuento: Respeto. Humildad. Amistad. Esfuerzo.

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LAS CANICAS

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Cuento Infantil para niñ@s, escrito por: Andrés Vallejos

Érase una vez un rey muy poderoso, el cual tenía un hijo, el príncipe. Un día cuando su hijo no podía dormir le contó una historia, el rey le dijo a su hijo que sería el futuro heredero al trono.

- Hijo, te voy a contar una historia que te dejará una buena enseñanza.

cuento - rey midas

El príncipe muy ilusionado escuchaba las palabras de su padre.

- Había una vez un reino en crecimiento, donde todos sus habitantes vivían en paz y armonía, donde todos se ayudaban entre sí. Era un lugar en donde si a alguno de sus habitantes se enfermaba, el medico del reino preparaba sus medicinas para curarlo, era un lugar donde las personas, vivían de las verduras que cosechaban y de los animales que criaban. Todo iba muy bien, pero era un reino que buscaba crecer. Un día llegó al reino un hechicero, parecía ser la una buena oportunidad para crecer. Este hechicero afirmaba tener algo para que cada habitante del reino consiguiera lo que deseaba.

El hechicero traía consigo varias miles de canicas, de un color muy horrible pero que según él tenían el poder de concebir a cada habitante del reino lo que quisieran. Nadie le creyó, menos una anciana. Pero para darle alguna de sus canicas tenía que darle algo de valor a cambio, la anciana fue a su casa y le trajo algo de comida y algunas telas, ya que era muy pobre. El hechicero aceptó gustosamente lo que le trajo la anciana, y le entregó tres canicas y las instrucciones de como debía usarlas. Le dijo que debía escribir en un papel lo que ella quisiera obtener, una cosa por cada canica.

El hechicero se fue por el reino, ofreciendo sus canicas, las cuales tenían un color horrible.
La anciana por la noche escribió en un papel lo que deseaba y encima de él dejó las tres canicas. Por la mañana fue a ver si había funcionado, encontró que las canicas ya no estaban y en su lugar habían tres diamantes bien grandes. Eso era lo que ella había escrito en el papel, la anciana se llevó una gran sorpresa. Se lo contó a todos los vecinos de alrededor, mostrando los hermosos diamantes.

Es así como el rumor se esparció por todo el reino y el hechicero, que no había podido cambiar ninguna de sus canicas, empezó a intercambiar cada día mas, hasta quedarse sin ninguna.

El hechicero se fue de aquel reino cargando consigo todo lo que le había dado la gente. Es así como cada uno de los habitantes del reino comenzó a usar las canicas sin importarles su horrible
color, algunos las usaron para conseguir comida sin trabajar, otros para conseguir vestimenta y telas; y otros para conseguir medicamentos, hasta que el uso de las canicas se fue haciendo cada vez mas recurrente, hasta llegar al punto de que las personas del reino dejaron de hacer sus actividades y se volvieron dependientes de sus canicas. Llegó un momento en el que ya no podían ayudarse entre ellos, ya que ahora se valía de las canicas para conseguir sus cosas, y como quedaban cada vez menos solo les alcanzaba para ellos mismos.

Y por si esto fuera poco, las personas del reino empezaron a notar que desaparecían cosas de sus hogares, comida, ropa, telas, animales, etc.; y cada vez con mas frecuencia, fue así como el reino se sumergió en la miseria.

Al observar todo lo que sucedía, los habitantes del reino llegaron a la conclusión de que esas canicas eran algo muy malo, que solo habían traído miseria y dolor a su reino. Es así que mandaron a buscar al hechicero, el cual volvió y les explico lo que había sucedido, las canicas funcionaban como un elemento de intercambio, cada que ellos pedían algo. Lo que cada uno pedía se le concedía, pero desaparecía de otro hogar. Cuantas mas canicas tenían y mas cosas pedían, más le quitaban cosas a los demás y se dejaban en la miseria entre ellos mismos, hasta quedarse sin nada. Les había convertido en personas vacías y miserables, no podían ayudarse, ni trabajar, no podían hacer nada.

El hechicero vio que todos los habitantes comprendieron sus errores y la lección que dejaba lo que sucedió. Nada se puede conseguir sin esfuerzo. El hechicero quiso arreglar el destrozo que habían organizado, así que lanzo un conjuro. Empezó a llenarse el cielo de nubes y hacía un gran viento, truenos, etc.; y cuando pasó la tempestad, cada uno de los habitantes recuperó lo que había perdido y las canicas. El hechicero siguió lanzando otro conjuro, esta vez hacia las canicas , las cuales empezaron a vibrar fuertemente con una luz intensa. Cuando dejaron de brillar, las canicas dejaron de tener ese color horrible para tener todos los colores del arcoiris. El hechicero les regalo las canicas a los niños, los cuales con su gran imaginación inventaron juegos con ellas.

Desde ese día aquel reino fue muy dichoso, y su riqueza fue grande como pocos.

El príncipe cuando escuchó toda la historia, le preguntó a su padre:

- ¿Cual era ese color tan horrible que tenían las canicas?

El rey le responde, era una mezcla de varios colores, verde, dorado, plateado, negro, etc., que juntos formaban ese color horrible, que solo se podía percibir si estaban todos juntos; pues el amor a las riquezas que poseen eso colores es la raíz de todos los males. El príncipe le respondió al rey:

- Gracias padre, entiendo, pero quería hacerte una pregunta más, ¿que sucedió con la anciana pobre?

El rey le responde, por ser la única que creyó primeramente en el hechicero, éste le permitió conservar lo que pidió y dejo de ser pobre. Cuando terminó de hablar el príncipe recapacitó todo lo que su padre le había contado para que nunca se pudiera repetir una situación como esa. Quería que su pueblo fuera feliz siempre.

FIN

Moraleja del cuento: Muchas veces el dinero nos hace desvalorar otras cosas, como la amistad, el cariño, la comprensión, cooperación, etc.

Dedicado a: Estefanía, el amor de mi vida.

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EL GRILLO PARLANCHIN

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Cuento Corto para niños/as; creado por:  Santa Margarita

Estaba una vez Doña Cerbatana trabajando en el tronco de un árbol, cuando de pronto escuchó unas voces a lo lejos, se asomó por los matorrales para ver de donde venía y fue cuando se dio cuenta que era el señor grillo, que parloteaba por los arbustos.

cuento-infantil-el-grillo

Ella le oía y se decía para sí misma:

- Que gracia tiene ese grillo, no para de hablar.

Llegó después Don Grillo y acomodándose en una de las ramas del tronco donde se encontraba la Cerbatana comenzó hablar y hablar sin parar ni mirar para ningún lado. Doña Cerbatana le oía y se reía. Así pasó toda la tarde, hablando sin parar y sin dejar que la pobre Cerbatana dijera algo.

Don grillo se quejaba de todo, decía que no tenía amigos, que nadie lo escuchaba, etc.; hasta que llegó la noche. Ya cansado saltaba del árbol y sin despedirse se iba dando brincos por los arbustos.. La Cerbatana se quedó sola y decía:

- Pobre amigo mío, está tan ciego que no ve que estoy aquí y en todo el día no me dejó decir ni una palabra. Bueno, algún día se dará cuenta, ojala no sea muy tarde.

Y así pasó el tiempo; y un día, cuando Don Grillo llegó se paró en el árbol y observó que su amiga no estaba porque la naturaleza de la Cerbatana la había llamado a su fin. Fue entonces cuando el Grillo empezó a llorar y se dio cuenta que ya no tenía con quién hablar, que había sido muy egoísta con su amiga y que no había aprovechado la verdadera amistad, ya no oiría sus penas y alegrías. Así fue como sus lágrimas y llanto se hicieron más fuertes y aún se escuchan en los caños y orillas de los ríos para recordar el amor de su amiga Cerbatana.

El grillo aprendió una lección, que no hay que desaprovechar el momento y disfrutar con tus seres queridos.

Después conoció a unos nuevos amigos y compartían muy buenos momentos juntos.

FIN

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EL RATON PEATON

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Cuento Corto para niños, escrito por: Ulica Tizaber

Había una vez un ratón que además de ser ratón era un peatón. Vivía en una granja, ya que era un ratón de campo, y de vez en cuando hacía excursiones a la ciudad. Cuando hacía el papel de ratón iba correteando por el suelo del granero muy rápido y olisqueando todo aquello que se pareciese al queso.

cuentos cortos - el ratoncillo diminuto


Era muy feliz siendo ratón aunque también tenía sus contratiempos, ya que cada vez que un gato le perseguía, el ratón se ponía tan nervioso que salía disparado hacía donde fuese y se hacía chichones con las paredes por las que iba pegadito. Aún así, como era muy observador y prudente, pocas veces se encontraba con un gato, salvo en momentos de despiste.

La faceta de peatón era un poco más complicada y sólo tenía que usarla cuando salía a la ciudad.  Le gustaba ser peatón, pero requería mayor concentración y esfuerzo mental y físico. Cada día que iba de excursión terminaba agotado y con mucho sueño. Para hacer de peatón se ponía un sombrero y se hacía una coleta en el rabo, para no arrastrarlo y mancharse, y su manera de andar por la ciudad era la misma que la de cualquier peatón.

En los pasos de cebra paraba, miraba si el semáforo estaba en verde para los peatones, y cuando así era miraba a un lado y al otro de la calle, y si no venía ningún coche cruzaba con ligereza para no tener que correr a mitad de camino.

Este ratón de campo era un peatón de ciudad muy inteligente, porque sabía comportarse en cada situación de la manera más adecuada. Dicha cualidad le hacía ser especial y en la granja le nombraron el maestro de educación vial de todos los animales. El granero era la sede de las clases teóricas y la ciudad era el lugar de las clases prácticas.

Todos confiaban en él para salir de excursión y de tanta experiencia que tenía abrió un local en la ciudad dedicado a “¿Cómo ser un experto en educación vial?”.

Tuvo mucho éxito a nivel mundial y hoy por hoy, el ratón peatón dirige el centro y es el ratón más emprendedor de la historia.

FIN

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EL ELEFANTE AZUL Y LAS MARIPOSAS DE COLORES

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Cuento Infantil para niños/as, escrito por: Ulica Tizaber

Había una vez un elefante que destacaba por su color tan bonito y brillante, era muy parecido al mismo cielo, era azul y se llamaba Azulón. Este elefante era especial, transportaba de manera desinteresada a un grupo de mariposas alegres y coloridas.

Para dormir a un elefante

Ellas después intentaban irse de su lado pero el elefante lo impedía porque se sentía acompañado y eso le gustaba.

Las mariposas hacían reuniones diarias para maquinar la manera de marcharse y ya habían intentado de todo, pero no lo conseguían, ni cuando Azulón dormía permitía que se fueran.

Las mariposas tan coloridas se tornaron tristes e indignadas, y se propusieron un plan eficaz para irse de una vez por todas. Había un grupo de mariposas naranjas que se volvieron de color rosa muy clarito, las que eran verdes se volvieron celestes y las blancas se pusieron negras. Azulón comenzó a notar molestias una noche mientras dormía, todas las mariposas empezaron a molestarle mucho para intentar escapar.

Las mariposas al lado de Azulón frotaban las alas y se decían unas a otras:

- “Dentro de poco, no le quedará más remedio que dejarnos volar”.

Al rato Azulón se tumbó en el suelo y comenzó a respirar con mucha dificultad, ya que las mariposas se paseaban por su trompa para molestarle. En una de esas costosas respiraciones comenzaron a salir por la trompa las mariposas de colores apagados y según movían las alas ya en libertad, se volvían de su color inicial.

Azulón comprendió el motivo de su malestar, dejó que todas las mariposas salieran y se dijo a sí mismo:

- “A partir de ahora seré más amable con quien me rodee, dejaré que mis amigas las mariposas entren y salgan de mi trompa cuando quieran, así siempre las tendré como amigas“.

Las mariposas se pusieron muy contentas al verse en libertad y retrocedieron para darle las gracias, le prometieron que volverían de vez en cuando y le hicieron entender al elefante que obligar a hacer algo a alguien no es beneficioso para nadie.

FIN

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PAULA, LA NIÑA MAGICA

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Cuento Corto para niños/as, creado por: Ulica Tizaber

Paula era una niña muy inquieta, tenía siete años y siempre estaba corriendo para ir a cualquier sitio, apenas se estaba quieta ni unos segundos, aún estando sentada no paraba de mover las piernas arriba y abajo, parecía impaciente por todo.

Cuentos infantiles - Lucia la obediente

Sus padres estaban un poco asustados por esa actitud, ya que habían oído que compañeros de clase de Paula habían tenido que ser medicados por tener síntomas parecidos a los suyos.

Los padres la llevaron al médico para descartar cualquier trastorno grave, y así fue, después de muchas pruebas y visitas a diferentes especialistas, el diagnóstico de Paula era el siguiente:

“Niña de siete años, siempre activa, no para de mover las piernas si está sentada. Sometida a pruebas de control físico y psicológico, se descartan afecciones graves. Valorar en tres años si el problema continúa”.

La familia volvió contenta a casa después de la última visita al hospital, y Paula seguía igual de activada. Así pasaron los días, las semanas, los meses y los años; hasta que un día, el día que cumplía diez años, Paula comenzó a tener una actitud diferente, ya no corría tanto, ni movía las piernas todo el rato, ahora se quedaba quieta sin moverse. Sus padres, buscaron en la carpeta de médicos de Paula, el diagnóstico de hacía tres años, para confirmar que todo iba a ir bien, y fue lo que comprobaron, así que se desentendieron del asunto.

A la mañana siguiente, la profesora de Paula llamó a los padres desde el colegio. A Paula le estaban pasando cosas extrañas, ella se encontraba bien, pero las lámparas se apagaban cuando pasaba, los folios volaban si ella se reía fuerte, las mesas se arrastraban solas cuando ella bajaba al patio. Paula era mágica, y su magia consistía en que todas las cosas querían estar cerca suyo. Por eso antes siempre corría y se movía hacia todas las direcciones, porque las cosas querían andar como ella, y si ella se paraba, las cosas no se movían.

La magia de Paula se fue comentando por el colegio y por su urbanización. En su entorno todos sabían que era mágica y así fue como Paula se hizo popular por su tranquilidad y la paciencia que tenía. Sus amigos aprendieron esas cualidades y llegaron a sentirse más felices, porque Paula les había enseñado a ser pacientes y tolerantes con las cosas y con las personas.

FIN

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Valores del cuento: Tolerancia. Paciencia. Amistad. Respeto.

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PUZZETE, EL PUZZLE INCOMPLETO

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Cuento Infantil para niñ@s, escrito por: Ulica Tizaber

Puzzete era un puzzle muy antiguo que vivía en una tienda de juguetes de un pueblo muy pequeño en Menorca. La imagen que Puzzete reflejaba era un puente sobre un río en tonos grisáceos, blancos y negros, que hacían de la estampa un paisaje muy bonito y diferente.

cuento-infantil-el-puzzle-incompleto

Se sentía muy orgulloso de ser un puzzle viejete y seguir mostrando vitalidad y fuerza.

Desde que entró en la tienda de juguetes había visto pasar a compañeros suyos de profesión con distintas modalidades, puzzles nuevos con colores vivos y la imagen de un payaso casi a tamaño natural, puzzles de volumen con la forma del globo terráqueo, puzzles de muñecos actuales infantiles, de todo, y lo que él seguía preguntándose, era por qué siendo tan precioso y diferente a los demás, aún seguía en la tienda después de tantos años.

El dependiente de la juguetería era un señor mayor, experto en puzzles, que siempre que alguien entraba en su tienda se dedicaba a analizarlo, para comprobar qué tipo de puzzle era el que le iba a gustar más. Era una tarea que hacía muy bien, aunque Puzzete estaba algo enfadado con el dueño de la tienda, porque nunca lo proponía a él para ser vendido.

Puzzete empezó a pensar mal del dueño de la juguetería, quería saber por que no era bienvenido en el escaparate ni en el mostrador de la tienda, hasta que llegó alguien preguntando por los puzzles más antiguos que tuviera y Puzzete se vio en las manos del comprador sin saber muy bien qué hacer.

De repente, Puzzete tuvo la sensación de volver a ser querido por alguien y se alegró mucho de lo ocurrido, pero cual fue su sorpresa cuando después de un rato inspeccionando el puzzle, el señor que quería comprar a Puzzete, dijo:

- “Este puzzle no se puede terminar, está incompleto”.

A nuestro amigo el puzzle le faltaba una pieza. Puzzete se puso muy triste, y comenzó a divagar sobre en qué momento perdió esa valiosa pieza. Cuando se percató de que nunca la había tenido, volvió a confiar en sí mismo y comprendió que muchas veces las personas y los puzzles se dejan llevar por la mayoría para no quedarse solos y no se dan cuenta de que siendo distintos también se tiene valor, y se lucha por una sociedad más justa.

FIN

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UN CHUPETE LLAMADO TAPON

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Cuento Corto para niños/as, escrito por: Ulica Tizaber

Tapón era muy pequeño, tanto de tamaño como de edad, apenas tenía dos meses y ya había crecido todo lo que tenía que crecer en su especie, los chupetes. Su función era tranquilizar a los niños que lloraban porque le dolían los dientes, o porque estaban cansados y tenían sueño.

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Tapón ayudaba a su bebé Guillermo, a que todas esas cosas no le pasaran y ambos estaban encantados de estar juntos, porque Guillermo siempre estaba con Tapón en la boca, y Tapón hacía su trabajo lo mejor que podía.

Un día, la hermana de Guillermo le dijo:

- “Hermanito, si quieres ser mayor, tienes que dejar el chupete en la cuna cuando te despiertes por las mañanas”.

Guillermo no le hizo mucho caso y siguió con el chupete puesto. Ese mismo día, mientras la abuela de Guillermo le ponía el pijama, le dijo:

- “Guillermito, Guillermito, ¿cuándo dejarás de usar el chupete mientras no estés durmiendo?”

Guillermo se quedó pensando, pero siguió jugando con sus cuentos.

El bebé, al rato de oír estas dos recomendaciones y haberlo pensado un poco, fue a su cuna, se quitó el chupete y lo tiró dentro, enseguida fue corriendo a su mamá, para que le felicitara por lo que había hecho él solito, y así fue, le aplaudieron y le dieron muchos besos por haber sido tan mayor.

Tapón se quedó triste en la cuna, esperando el momento en que el niño se fuera a dormir para volver a ejercer de chupete.

Al día siguiente, Guillermo dejó el chupete en la cuna, y únicamente se lo volvió a poner para dormir. Tapón no estaba muy contento con la decisión de su dueño, pero no le quedaba otro remedio, y poco a poco se fue acostumbrando a ser usado sólo para dormir, y entendió que cada uno en esta vida tiene su función, y que dentro de no mucho, Guillermo tampoco lo usaría por las noches.

Así fue como Guillermo se hizo mayor y Tapón maduró y comprendió lo importante que es avanzar en la vida, hacerse mayor y enseñar a los pequeños a crecer y madurar.

FIN

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PIPUK, EL LADRON DE PALABRAS

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Cuento Infantil para niños y niñas; creado por: Ulica Tizaber

Pipuk era un niño de Alaska, que vivía en un iglú con su familia esquimal. Por las condiciones climáticas de su tierra, apenas salía de allí, pero sí recibía muchas visitas de niños extranjeros. En Alaska se dedicaban sobre todo al turismo y como había tantos visitantes, él tuvo que aprender a hablar varios idiomas.

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El primer idioma que habló fue el yupik y su correspondiente dialecto, ya que vivía al norte de Alaska. Esa lengua le servía para comunicarse con su familia dentro de casa, y sobretodo, con sus abuelos. También aprendió a hablar en ruso, inglés, francés y español. Era un auténtico poliglota y se sentía muy orgulloso por ello.

Apenas existían semejanzas en las palabras al pronunciarlas y Pipuk era un experto con el lenguaje, por eso, cuando se comunicaba con otros niños en el idioma que cada uno supiese, Pipuk se divertía robándoles las palabras.

¿Cómo las robaba?, muy fácil, las palabras que significaban lo mismo en todos los idiomas, pero se pronunciaban diferente, se las quedaba, y tanto él como los demás niños seguían hablando como podían sin esa palabra robada. Así hasta que llegó un día en que nadie entendía a los demás, solo Pipuk era capaz de comprender a todos sus amigos extranjeros, porque poseía todas las traducciones necesarias para un lenguaje coherente. Y de lo que no se dio cuenta era que si no había niños con los que hablar, no tendría nada que aprender.

Pipuk frente a esto, comenzó a sentirse triste y se arrepentía de lo que había hecho, entonces, poco a poco fue repartiendo las palabras que había robado, hasta que todos los niños tenían las suyas y él se fue sintiendo mejor. Así fue como el niño esquimal comprendió que lo que merece la pena en la vida, es compartir y escuchar a los demás.

FIN

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MELÓN Y LOS GIRASOLES QUE NO MIRABAN AL SOL

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Cuento Corto para niños/as, escrito por: Ulica Tizaber

Había una vez dos girasoles que a pesar de su habilidad para haber mirado siempre al sol y haber tenido producciones extras de pipas algunos años, llegó un momento en el que dejaron de hacerlo. Ese momento coincidió con el nacimiento de su nuevo hijo, el girasol Melón.

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Melón era una florecita muy intrépida, siempre corriendo de un lado para otro, buscando hormigas con las que charlar un rato, y desobedeciendo a sus padres. Melón no sabía cual era su función en este mundo, y los padres, como consecuencia de sus travesuras y desobediencias, dejaron de cumplir la suya, ya que estaban siempre pendientes de mirar hacia abajo para ver que hacía Melón.

Una vez llegó el verano, la familia de Melón apenas había producido la cantidad de pipas que se requería de los girasoles en condiciones normales, y los agricultores, al ver que no eran productivos, se llevaron a Melón y sus padres a un invernadero, para ver si otras condiciones más controladas influían en aumentar la producción, antes de desecharlos como plantas de decoración.

Los padres de Melón esa misma noche que llegaron al invernadero hablaron muy seriamente con el pequeño girasol:

- “Melón, si sigues así acabarás en una maceta decorando el jardín de unos extraños. Mira donde hemos ido a parar, si nos escucharas y obedecieras estaríamos más cómodos en nuestra plantación. Intenta realizar tu función de girasol, y si tienes cualquier duda, pregúntanos que para eso somos tus padres“.

Melón se quedó pensativo y de repente les dijo a sus padres:

- “Papá y mamá, tengo una duda. Me da vergüenza decirlo pero lo intentaré. Es que, … es que, no sé cuál es mi función, ¿qué tengo que hacer?”.

Los padres lo miraron con ternura y le explicaron lo siguiente:

- “Un girasol madura en su interior pipas, y lo hace orientando la cabeza hacia el sol durante el día, por eso somos de la familia de los girasoles, giramos según donde esté el sol, ¿ahora ya obedecerás?”.

Una amplia sonrisa se dibujó entre las pipas de Melón, había entendido perfectamente su misión en la vida, y estaba feliz por ser tan privilegiado de estar mirando siempre al sol sin que le cegara.

Así fue como a los pocos días, el agricultor volvió a poner a la familia de Melón en la plantación grande.

Melón fue creciendo y creciendo, y cada año su producción de pipas era mayor. Se sentía muy orgulloso de haber preguntado en el momento justo lo que tenía que hacer, y aprendió desde entonces a ser atrevido y asertivo, y no quedarse con ninguna duda, por muy básica que pareciera, lo cual demostraba la gran inteligencia que esta flor tan intrépida y aventurera tenía.

FIN

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SEWO, LA BOLSA DE PAPEL RECICLADO

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Cuento Infantil para niñ@s; creado por: Ulica Tizaber

Sewo era una bolsa de papel que desde hacía mucho tiempo, se encontraba bien doblada en el altillo de un armario. Alguien la colocó ahí después de haber transportado ropa nueva desde una tienda a casa. Era feliz con su condición de papel reciclado, y sabía cual era su destino. Lo cual le

Cuentos infantiles - Pape la bolsa de papel

hacía sentirse más feliz aún.

Cuando la puerta del armario se abrió, Sewo no pudo evitar arrugarse un poco para que la luz no le molestase tanto. Una mano joven la desdobló y metió en ella un regalo con un envoltorio de muchos colores con un lazo rojo alrededor, colgó la bolsa del picaporte de una puerta, y Sewo se pudo terminar de estirar y alisarse todo lo que pudo.

Antes de que se pudiera dar cuenta, se encontraba en el asiento del copiloto de un coche, y no sabía a dónde se dirigía, oía vocecitas que preguntaban:

- “Mami, ¿qué es el regalo para Carlota?”

“¡Aaaaah!, ya lo verás, es de muchos colores”, le contestó su madre.

“¿Y le va a gustar?”, volvió a preguntar el niño.

“Yo creo que sí, luego lo veremos”.

El niño iba muy intrigado por lo que le iba a regalar a su amiga Carlota, y Sewo se lo estaba pasando fenomenal, ya que hacía mucho tiempo que no vivía una experiencia como esa.

De repente, el coche frenó, ya habían llegado a donde sea que fueran, el niño cogió a Sewo por las asas, y salió corriendo para saludar a sus amigos de clase. Dejó la bolsa a un lado, y mientras, Sewo pudo cotillear el lugar.

Estaba en una fiesta de cumpleaños, con muchos globos de colores, guirnaldas de muchas formas, y muchísimos juegos divertidos. Empezó a oir voces y se giró con cuidado para que no vieran que se había movido para poder mirar donde estaba.

- “Petri, no se me ocurría otra cosa para tu niña, yo creo que le gustará, y si no, lo cambiáis que no hay problema”. – Escuchó Sewo decir a la madre del niño, mientras sacaba el regalo de su interior.

“Claro que sí, seguro que le encanta. Vamos a entregarle los regalos a la cumpleañera”, – dijo la madre de Carlota.

Sewo se quedó sola, vacía, tirada en el césped, y un poco tristona. ¡Con lo bien que se lo estaba pasando!. Así pasó un buen rato, no hacía nada de aire, así que ni siquiera se podía distraer moviéndose de un lado para otro.

Ya se estaba haciendo de noche, y alguien la cogió de un asa, y comenzó a introducir basura, y cosas para tirar en su interior, todo mezclado, el lazo rojo del regalo, un trozo de tarta que alguien no había querido, servilletas sucias,…

Esto enfadó mucho a Sewo, porque tenía una cosa muy clara, si era una bolsa de papel, sólo servía para reciclar papel, nada de plásticos ni orgánico, así que hizo un movimiento para caerse y vaciarse, y con suerte escaparía de esas manos anti-reciclaje.

Otra persona que pasó por allí, vio lo que había sucedido, y comentó:

- “Vamos a reciclar bien, usemos esa bolsa de papel para los envoltorios de los regalos, así luego es más fácil reciclar en el contenedor adecuado”.

Esto enorgulleció a Sewo, alguien sabía reciclar, y Sewo iba a colaborar.
Aunque viera que su futuro era acabar en un contenedor de papel, estaba contenta, después del proceso de reciclaje completo, sería una felicitación de cumpleaños, un vaso de papel, o un poster de un bello paisaje. Su mentalidad recicladora era muy positiva, y si servía de ejemplo para todos aquellos papeles que vería en el contenedor, se daba por satisfecha.

FIN

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LOS MELLIZOS Y SU FAMILIA

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Cuento Infantil para niños, escrito por: Nuria Fernández González

Había una vez un hermano y una hermana de seis años que eran mellizos e iban a la misma clase. Al regresar a clase pasado el fin de semana, la profesora les dijo que avisaran a sus padres para saber si podían ir a la clase el lunes siguiente para dar una charla sobre las profesiones,

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para saber a qué se dedicaban cada uno y en qué consistían sus trabajos.

La hermana, Cristina y el hermano David, cuando iban de camino a su casa  pensaban que quizás no fuera buena idea decirles nada a sus padres, porque su madre trabajaba de administrativa, pero a su padre hacía ya seis meses que lo despidieron y era quien se encargaba de hacer las cosas de casa.

Los dos hermanos pensaban que quedarían avergonzados al decir que su madre trabajaba, pero que su padre no.

Al final decidieron contárselo a su madre, pero le dijeron que no querían que su padre se enterase para que él no fuera. Su madre, sin enfadarse, les intentó explicar que su padre, aunque no estuviera trabajando ganando dinero, hacía todo de la casa, que eso requería nucho más esfuerzo, que ellos cuando llegaban del colegio tenían la comida hecha y la mesa puesta, la ropa lavada, planchada y colocada, la casa limpia de arriba a abajo y que eso tendría que premiarse mucho más que el estar trabajando fuera de casa.

Cristina y David se miraron y comprendieron que su madre tenía razón, por lo que decidieron contárselo también a su padre.

Tanto el padre como la madre decidieron acudir al colegio de sus hijos para dar la charla.

Pasada ya la semana, sus padres fueron a la clase y, cuando entró el padre, los dos hermanos se sonrojaron. Comenzó a hablar de que él luchaba día a día por volver a encontrar trabajo y, mientras hacía eso, trabajaba para que ni a su mujer ni a sus hijos les faltara nada en casa y, que cuando llegaran de sus trabajos, ellos de estudiantes y su mujer de administrativa, pudieran descansar. Todos estaban pendientes de lo que hablaba y, cuando terminó, todos aplaudieron a él más que a otro padre.

Desde entonces, los mellizos nunca más se avergonzaron y siempre que hablaban de sus padres lo hacían muy orgullosos de la profesión a la que se dedicaban.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado. Si quieres que te lo cuente otra vez, cierra los ojos y cuenta hasta tres.

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